Un duelo siempre es una responsabilidad, aunque el duelo sea «romántico» y a corchea limpia… Tras nuestro concierto de esta mañana con James Conlon en el Auditorio Nacional de Música de Madrid hemos dejado a Schumann y a Brahms con su pelea de sinfonías –cuatro cada uno– a ver si consiguen llegar a un acuerdo y hacen finalmente las paces.
Cada concierto es una responsabilidad y cada uno lleva lo suyo como mejor puede. Siempre hay algo que puede salir mal, aunque en cada backstage da siempre la impresión de que nunca pasa nada y se tenga la sensación de que cada instrumentista parezca estar preparándose para salir al cine o para asistir a una fiesta de cumpleaños. La procesión va por dentro y se supone que cada cual tiene sus estrategias: desde quien llega con dos horas de antelación para calentar cuerpo e instrumento a quien apura los últimos minutos en aparente distracción con la cabeza en otra parte.
No hace mucho Dima Slobodeniouk decía a la Orquesta Infantil de la OSG que hay que disfrutar en el escenario pero que nunca hay que olvidar que «todo lo que hacemos es para nuestro público». Siempre hay que actuar con diligencia… lo que me recuerda que en el siglo XIX una diligencia era un coche grande tirado por caballos. Si había que enviar algún papel importante o lo enviabas por diligencia o nunca llegaba.
Categories: Gira Madrid, Xacobeo 21-22
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