El festival Musika:Música 2019 es como las 24 horas de Le Mans pero con música en lugar de velocidad e instrumentos en lugar de autos. La resistencia viene a ser la misma y, en el fondo, también hay carreras.

Porque a la carrera es como hay que resolver entre un concierto y otro los cambios de escena entre Les Dissonances de David Grimal y la Orquesta Sinfónica de Galicia bajo la dirección de Rumon Gamba, transformaciones escénicas que son como la entrada en boxes de los coches de fórmula uno.

Y en el backstage de la sala principal del Palacio Euskalduna se mezclan intérpretes que vienen con intérpretes que se van (si observas desde lo alto parece un floreciente y próspero hormiguero) por lo que en ocasiones se producen situaciones un tanto confusas en las que terminas haciéndole fotos a miembros de la agrupación francesa en un momento cómico en el que te sientes entre ridículo y estúpido mientras una violinista a la que jamás habías visto y jamás volverás a ver contempla perpleja tu aparatosa puesta en escena para hacerle un retrato.

Son las 72 horas de Bilbao, en la que se encajan 70 conciertos de música sinfónica, de cámara y recital en tres días y a una media de veintitrés conciertos y pico por jornada. Y ahí estamos nosotros, emparedados entre Les Dissonances y la BBC Philharmonic, entre la Sinfónica de Navarra y la del Principado de Asturias o la Sinfónica de Bilbao y con nuestros Britten y Elgar, Vaughan-Williams, Gershwin y Bernstein mientras a la misma hora, y a unos cientos de metros de aquí, competimos con la Orquesta de Cámara de Múnich que, mira por dónde, también interpreta a Britten… un sin vivir.

 

 

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