Tras veinticinco años de giras de conciertos con la OSG uno ya sabe que en los viajes no todo es pasar el día con los ojos en blanco con Rachmáninov y Chaikovski. Por ejemplo.
Desde que empezamos a girar en 1993 precisamente en Alicante, donde ayer terminó nuestra última salida de Galicia con Dima Slobodeniouk y ese fenómeno de pianista que es Ivo Pogorelich, nos ha pasado casi de todo.
En el Festival Internacional de Música Contemporánea de Alicante, donde empezó nuestro On the Road en 1993, en la OSG trabajábamos a pico y pala, con poquísimos medios para atender unos medios orquestales y unos cambios escénicos que ríete tú de la construcción de la pirámide de Keops.
En la gira alemana de 1995 el aterrizaje in extremis en la nieve y salida urgente del primero de los destinos tras el concierto con el aeropuerto ya cerrado no fue más que el preludio de las dificultades técnicas con los aviones de las que disfrutamos en la siguiente gira por el país germano en 1998, cuando ya de regreso el vuelo chárter en el que viajábamos se vio obligado a aterrizar en Madrid ante el fallo de uno de los motores y en una cuidada maniobra para tomar tierra que nos permitía observar a los equipos de emergencia desplegados a pie de pista.
La preparación de esa monumental gira arrancó en una frutería coruñesa, donde producción se aprovisionó de plátanos suficientes para atender el capricho del solista: vete tú a saber si en Alemania venden plátanos de Canarias.
En la aduana argentina alguien no se leyó bien las indicaciones sobre las cajas de instrumentos con las que viajábamos y hubo de intervenir el mismísimo ministro de transportes. En el viaje a Brasil un par de pasaportes viajaban por un lado en el bolsillo de un frac mientras sus propietarios lo hacían por otro y nuevamente la diplomacia internacional tuvo que mediar.
En fin, que entre una cosa y otra, aquí ha pasado de casi todo hasta la mañana del pasado viernes, cuando a la salida del hotel para tomar el AVE hacia Alicante una persona educadísima de «buenos días» y tal tomó asiento en el primero de los buses. Pensamos que se trataba de una equivocación porque al instante el individuo, bien vestido y arreglado, se levantó de inmediato. Quienes lo vieron todavía tardaron unos instantes en percatarse de que se llevaba una mochila y un bolso con toda una vida dentro antes de subirse al auto que lo esperaba para salir zumbando.
Una cosa nos quedó clara: a la Sinfónica de Galicia parece que únicamente le roban los mejores y más destacados profesionales del sector.
Categories: Gira Madrid - Alicante 2018
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