Gira Bilbao Musika-Música 2017

Y la Sinfónica de Galicia fue Mahler y fulminó los corazones en el Euskalduna

Uno lee un título tan retórico como el que abre estas líneas y ve después las felices fotos de los ensayos previos —que si su Juan Ferrer (que «é bo rapaz» como decía una madre que se habría partido de la de risa con él si lo hubiese llegado a conocer) y su sección de clarinetes tan llenos de vida, las jovencísimas percusionistas siempre tan divertidas o aquellos haciendo un selfie aquí o allí— y no puede ni imaginar que unas horas más tarde todo aquello se va a convertir en el Mahler que encogió los corazones del público que abarrotaba el Palacio Euskalduna de Bilbao para escuchar el que ya pasa por ser el concierto estrella del Musika-Música 2017 que este año se dedica a la música de la antigua Bohemia y a los autores bohemos como Mahler o Dvorák.
La canción de la tierra más que una canción fue un terremoto en los corazones del público que prácticamente abarrotaba una sala de más de 2.200 butacas y fue Dima Slobodeniouk, nuestro titular, el que desde el acorde inicial con esa canción báquica llena de fuerza desplegó en el Euskalduna un Mahler que tardará en olvidarse. Es el Mahler de La canción de la tierra: el testamento artístico de quien lo ha dado todo y no ha recibido nada, de quien ha perdido aquello que más quería y del hombre que por fin ha decidido dejar de luchar y  bajar para siempre los brazos.
Y tras la letanía final del «Ewig» [Eternamente] que se repite como un eco desde el más allá en los últimos compases de Der Abschied `[La despedida] en la voz de la mezzo Charlotte Hellekant, cuando ya todo termina, Dima dejó el brazo en alto un tiempo que a quien escribe esto le parecieron siglos y un silencio absolutamente sobrecogedor (una especie de silencio atronador, absoluto) envolvió a quienes tuvimos la fortuna de asistir a ese momento mágico que nadie se atrevía a romper. Alguien dijo: «es muy difícil que se pueda llegar a escribir nunca algo que supere esto». Y otro pensó: «después de esto nadie debería aplaudir». Todos llevábamos a Mahler en el corazón. La Sinfónica de Galicia fue Mahler.

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